De joven me gustaba Pérez Reverte. Recuerdo con especial cariño un simpático librito sobre las peripecias de unos soldados de origen español en la Grande Armée de Napoleón. «La sombra del Águila», creo que se llamaba. Lo releí varias veces. Para mí alguien que como reportero de guerra había seguido de cerca y dado voz a algunos de los conflictos más olvidados del momento no podía ser sino interesante.
Pero los tiempos cambian. Pérez Reverte ha sido galardonado ahora con el premio Don Quijote por un artículo nada simpático sobre la invasión de Europa por parte de hordas de refugiados que firmaría sin dudar Donald Trump o incluso Le Pen. ¿Y quien otorga el premio? Nada más y nada menos que la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID).
No me apetece demasiado entrar a fondo en el contenido del artículo, y sobretodo en sus cuestionables analogías, que a mi parecer contienen enormes dosis de mala fe. No sé si la Europa actual se parece en algo al imperio romano (si hablamos de precariedad laboral, esclavitud y falta de democracia, es indudable que cada vez existen más similitudes) pero sí estoy convencido de que la supuesta ola de refugiados no es asimilable en nada a las invasiones bárbaras se mire cómo se mire. Sin ir más lejos, los godos no huían de alguien que les masacraba con armas romanas, con el apoyo de los romanos y financiándose con petroleo vendido a.. ¡los romanos!. Y digo “supuesta ola” porque el equivalente a apenas un 1% de la población europea no puede ser calificado precisamente de tsunami.
Pero Pérez Reverte probablemente lleva razón cuando habla de que la situación actual es explosiva y que supone una amenaza a la existencia de la misma idea de Europa como concepto. Es verdad, pero no por las invasiones bárbaras, sino porque los propios europeos parecen estar dejando de creer en esa idea de Europa.
Y es que bajo esa lógica de «nos invaden» se esconde una realidad cruel: Los principales interesados en acabar con Europa, la Europa de los Derechos y Libertades, son una parte de los propios europeos, quienes no le ven el sentido a continuar financiándola. Al fin y al cabo tienen dinero para comprar su parte, en lo que a derechos y libertades se refiere. Para ellos los derechos se reducen al pago de un buen abogado y las libertades las otorga una buena policía que mantenga a raya a los demás. ¿Para que pagar más?. Su imagen del mundo es ahora un sitio dónde los pobres, los sospechosos, los raros, los diferentes, incluso sus hijos, no deberían circular libremente por la calle. Hay que dificultarles el paso. Cualquier paso. El paso para entrar en Europa, el paso entre los países europeos, el paso al centro de nuestras ciudades, el paso fuera de sus barrios miserables, el paso a los barrios de los ricos. Cualquier medida es buena: ley mordaza, ley de seguridad ciudadana, re-implantación de fronteras.
Lo que queda en el tintero (Pérez Reverte no lo incluye en su artículo) es que el problema para esas ¿élites? no son ese 1% de refugiados, sino el 99% restante, que es dónde están los verdaderos “bárbaros” a los que hay que contener. Esos son los principales perjudicados por la destrucción de la idea de Europa. Los bárbaros somos todos nosotros.
No encuentro nada que me permita descargar a Pérez Reverte de la responsabilidad de haber escrito un artículo alineado con una idea tan poco humanista de Europa. En descargo de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo, promotora del premio, puedo decir que al parecer este último sólo tiene en cuenta “la calidad lingüística y buen uso, defensa y enriquecimiento del idioma español, sin tener en cuenta el tema de la noticia, su importancia o repercusión”. Pero si esto es así: ¿Alguien puede explicarme que pinta AECID en ese premio?.