La setmana passada les ONG catalanes vam fer el primer pas per a portar l’Agència Catalana de Cooperació per al Desenvolupament (ACCD) als tribunals. La reclamació de pagament que vam presentar una vintena d’ONG ha estat el final previsible de l’incompliment per part de la Generalitat de Catalunya dels terminis de pagament de diversos programes de cooperació.
Però que ningú s’enganyi: Els diners només són la punta de l’iceberg. Es notori el fet de que l’impagament de l’ACCD ha fet que milers de beneficiari@s de la cooperació catalana als paísos en desenvolupament s’hagin quedat, diguem-ho clar, amb el cul a l’aire. En el pitjor dels casos podem parlar fins i tot dels milers de persones que han esdevingut “víctimes” de la cooperació catalana, com a mínim pel que fa a esperances frustrades. Però més enllà d’aquest fet, que per sí sol ja justificaria una demanda, n’hi ha d’altres no menys contundents.
Que muchas ONG de Desarrollo necesitan un cambio es una obviedad, ni que sea solamente para paliar la sangría de recursos que se evaporan cada día debido a los recortes en subvenciones de ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno central. Pero el debate sobre qué es lo que hay que cambiar está lejos de circunscribirse al interior de cada ONGD, es decir, entre sus asociados, trabajadores y simpatizantes. Cada vez son más frecuentes las tomas de posición de políticos, articulistas y de ciudadanos en general (a través de cartas al director, tomas de palabra en asambleas en plena calle, debates en televisión, etc..) por una reinvención y/o un reajuste de la cooperación y, muy especialmente, de las ONG de Desarrollo (ONGD). Es notorio como en distintos sectores de la sociedad española -algunos muy conservadores, pero otros marcadamente de izquierdas y en algunos casos intencionalmente transgresores o revolucionarios, como sería el caso de ciertos posicionamientos que se autodefinen como pertenecientes al 15M*- está calando el sentimiento de que la cooperación en España estaba sobredimensionada. No deja de asombrar la facilidad con que un discurso articulado para recortar en cooperación (argumentos del tipo “primero los de casa”, “hay que priorizar los servicios sociales aquí antes que construir hospitales allí”, “bastantes problemas tenemos acá para ir a solucionar los de los demás”, etc..) está siendo interiorizado por la sociedad española a veces sin pestañear. Pero sorprende aún más la vigencia que están cobrando ciertos argumentarios que, más allá del aspecto puramente económico de la cooperación, cuestionan incluso el sentido mismo de las ONGD en la sociedad actual.