El portaaviones soviético Varyag siendo remolcado hacia China, donde sería rebautizado como Liaoning. Fuente: WikipediaA pocos días de la huelga general del día 14 leo en el folletín de la mañana un artículo sobre el congreso del partido comunista chino y se me ponen los pelos de punta. Si lo que cuenta el periodista es cierto, China no sólo ha hecho toda una serie de reformas que han liberalizado la economía y la han convertido en el revienta-derechos laborales que nos va a hacer perder toda la competitividad que pudieran tener las empresas europeas. Pues no, además China se está convirtiendo en una potencia militar en toda regla que parece amenazar la hegemonía militar occidental (bueno.. hegemonía de los USA, porque el resto no dejan de ser la comparsa del titiritero..). Aviones fantasma, portaaviones overcraft, acorazados en el Mediterráneo y no sé cuantos otros engendros tecnológicos que parece que ponen la piel de gallina al alto mando estadounidense.
¿Cambiar o morir? La legitimidad de las ONGD en la picota
Que muchas ONG de Desarrollo necesitan un cambio es una obviedad, ni que sea solamente para paliar la sangría de recursos que se evaporan cada día debido a los recortes en subvenciones de ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno central. Pero el debate sobre qué es lo que hay que cambiar está lejos de circunscribirse al interior de cada ONGD, es decir, entre sus asociados, trabajadores y simpatizantes. Cada vez son más frecuentes las tomas de posición de políticos, articulistas y de ciudadanos en general (a través de cartas al director, tomas de palabra en asambleas en plena calle, debates en televisión, etc..) por una reinvención y/o un reajuste de la cooperación y, muy especialmente, de las ONG de Desarrollo (ONGD). Es notorio como en distintos sectores de la sociedad española -algunos muy conservadores, pero otros marcadamente de izquierdas y en algunos casos intencionalmente transgresores o revolucionarios, como sería el caso de ciertos posicionamientos que se autodefinen como pertenecientes al 15M*- está calando el sentimiento de que la cooperación en España estaba sobredimensionada. No deja de asombrar la facilidad con que un discurso articulado para recortar en cooperación (argumentos del tipo “primero los de casa”, “hay que priorizar los servicios sociales aquí antes que construir hospitales allí”, “bastantes problemas tenemos acá para ir a solucionar los de los demás”, etc..) está siendo interiorizado por la sociedad española a veces sin pestañear. Pero sorprende aún más la vigencia que están cobrando ciertos argumentarios que, más allá del aspecto puramente económico de la cooperación, cuestionan incluso el sentido mismo de las ONGD en la sociedad actual.
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Solidaridad de Alto Riesgo (por Impago)
La asunción de cierto riesgo siempre ha formado parte de la mística de la cooperación. La figura del (o la) cooperante desplegada en algún confín del mundo usualmente se ha asociado a mil amenazas a su integridad física o mental vinculadas a toda suerte de peligros, desde serpientes a milicias armadas o desastres naturales. Ante estos las ONG y Agencias de cooperación han erigido un muro compuesto por códigos de conducta, protocolos y demás parafernalia que, una vez montada alrededor de cada cooperante, opera (de manera ilusoria o real, según el caso) como primera línea de defensa de su portador, reduciendo los riesgos al mínimo.
Lo siento pero las ONG No Somos Así (O al menos no todas..).
Varias ONG (25 concretamente) han decidido que había que acabar de una vez por todas con la indefinición y la incomodidad del mundo de las ONG hacia los movimientos ciudadanos surgidos alrededor del 15M y han tomado la iniciativa. Y vaya si lo han conseguido.
Esas entidades, a través de la campaña Somos Así, argumentan sobre las razones que motivan a la gente a dar su apoyo a causas sociales y nos explican que los humanos ayudamos porque ayudar genera una gran felicidad, personal y colectiva.
No voy a entrar en la profundidad de los argumentos pretendidamente científicos puestos sobre la mesa por la campaña, que suenan un tanto flojos en el mejor de los casos o, por generalidades, a sopa de ajo. Sí voy a entrar, en cambio, en que en un momento en que la ciudadanía ha ocupado plazas y calles para debatir públicamente en foros ciudadanos temas como son la deuda, los derechos humanos o las políticas del FMI – temas hasta hace poco monopolizados por el sector de las ONG – unas pocas entidades inician una campaña que no sólo apela a un instinto básico para conseguir recursos (dona y sé feliz..) sino que vacía de contenido la lucha por la justicia y por una transformación social en profundidad.
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La AOD: Unos dan (ricos) y otros reciben (pobres). Pues no, resulta que varios roban y todo el resto (pobres, ricos y no tan ricos ) son robados impunemente..
Andaba yo el otro día ojeando un folleto de supermercado y, entre hoja y hoja, encontré una historieta sobre las andanzas del jovenzuelo Teodorín, ese retoño del presidente de Guinea Ecuatorial quien, a base de hacer lo que él llama negocios (Transparency International y algún juez francés prefieren los apelativos “expolio” y “extorsión”) se habría agenciado la friolera de, tirando bajo, varios centenares de millones de euros. Teniendo en cuenta que se trata del ministro de agricultura y bosques de su país, dónde más del 70% de la población vive en la pobreza más extrema, parecen unas ganancias un tanto desmesuradas. Pero bueno, al final uno tiene una cierta sensación de déja vu al ver otra vez la historieta un tanto manida del líder-rufián híper-corrupto del tercer mundo, personaje esperpéntico e impresentable que se nos vende como uno de los principales obstáculos del desarrollo y la democracia de su país.