La solució? Per començar: Can Vies per al barri.

*Article publicat al blog “No li diguis cooperació, digues-li política” del diari ARA.

Els fets de Can Vies han generat estupor en bona part del teixit veïnal i associatiu de Barcelona. En la pràctica han exemplificat el retorn a un menys-teniment i violència sense complexes des de l’Ajuntament cap als moviments veïnals en un grau que no coneixíem des dels episodis més obscurs de l’especulació que envoltava la bombolla immobiliària. Més enllà de la matemàtica de contenidors cremats a la qual alguns intenten reduir la qüestió, el fet que crida l’atenció es la lleugeresa amb que, cada vegada més, el cop al damunt de la taula s’imposa com a mètode per a dur a terme la gestió quotidiana d’assumptes de la ciutat als quals a priori ningú pressuposava una deriva violenta.

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Sipopo, un allotjament de 580 milions

*Article publicat al blog “No li diguis cooperació, digues-li política” del diari ARA. 

La selecció espanyola acabava la setmana passada el seu passeig africà. Dues polèmiques han acompanyat l’actual campiona del món durant aquest viatge: Les suspicàcies derivades de la visita de “La Roja” a una de les pitjors dictadures africanes (Guinea Ecuatorial) i una gran polèmica entorn al baix nivell esportiu de l’equip espanyol, que s’ha saldat amb una victòria pírrica a Guinea i una derrota merescuda a Sud Àfrica. Pel que fa al baix nivell esportiu el tema donarà, segurament, per omplir de continguts unes quantes setmanes els marcas, carrousels, punto-pelotas, i altres espais comunicatius per l’estil, en un debat inversament crucial per a l’avenir del país a l’entusiasme dels qui el practiquen. En canvi pel que fa a les suspicàcies per la visita a Guinea, aquestes s’apagaren ràpidament gràcies a l’aclaració de que el viatge era “benèfic” i que Guinea Equatorial només es faria càrrec de l’allotjament.

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Xavi, Casillas, Iniesta: Que “la roja” no lo sea por estar manchada de sangre

Hay un país en el mundo que, a pesar de ser el más rico de África y de estar por encima de muchos países europeos -Croacia, Polonia- y latinoamericanos -Chile, Argentina, Brasil- en términos de renta per cápita*, mantiene el 90% de su población en la extrema pobreza. Ese país es conocido por ser el 10º país más corrupto del mundo según el índice de Transparencia Internacional y es una de las bestias negras de Amnistía Internacional en lo que se refiere al respeto de los derechos humanos de sus habitantes.  Todo ello sólo es posible gracias a que en dicho país hay una férrea y sangrienta dictadura -la más antigua de África Occidental- con un régimen opresor que encierra a sus disidentes en una prisión con el cinéfilo nombre de Black Beach. Eso cuando no desaparecen o consiguen exiliarse. En ese país el 10% de la población, en su mayor parte amigos y familiares del clan presidencial, se reparten los abundantes ingresos del petróleo para invertirlos en toda clase de lujos en Europa o América**. Mientras tanto sus ciudadanos carecen de los servicios más básicos, siendo actualmente el país con menor esperanza de vida entre todos los países de su entorno.

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Cooperar en tiempos de crisis: “Primero, los de casa” y otras perlas del nuevo argumentario contra el 0,7

Ha llovido mucho desde las acampadas por el 0,7 de finales de la década de los 90. Para muchos estas marcaron la inclusión del compromiso por el 0,7 en la agenda política y la madurez de la ciudadanía respecto a las obligaciones y responsabilidades derivadas de la posición de España en el mundo. Poco cabía pensar que el camino andado desde entonces pudiera desandarse en apenas unos meses. Pero la clase política española (que ha insistido en su compromiso de llegar al 0,7 en cada campaña electoral desde entonces, y que nunca lo ha cumplido) se ha lanzado en una dinámica de recortes que en la práctica suponen el desmantelamiento del sistema de cooperación español tal y como lo conocemos y, peor, el enterrar en el cajón del olvido el concepto mismo del 0,7%.

La razón invocada es sencilla: Primero, los de casa. El argumentario puesto sobre la mesa por la multitud de instituciones y gobiernos municipales, autonómicos, estatales y otros aficionados a la tijera no es excesivamente elaborado pero es eficaz. Sobretodo en un país dónde las clases populares cada vez tienen más problemas para llegar a fin de mes en un ambiente generalizado de recortes sociales de toda índole. Pero lo que a primera vista puede parecer sentido común (es decir, en tiempo de crisis es normal dedicar el dinero destinado a ayudar a los pobres a la gente que lo está pasando mal y dejar para otro momento las ayudas a gente que vive en el otro extremo del planeta) esconde en realidad un razonamiento y unas consecuencias perversas, aparte de una contradicción de base: Aunque algunos no se enteraran, en España nunca dejó de haber pobres, incluso en los años de bonanza económica (un 14,3% de la población en 2006).

Lo perverso es el paso atrás que supone argumentar que el sentido de la cooperación es sólo ser majos y que dar el 0,7, el 0,1 o nada es una decisión que sólo concierne al que da y que no responde a un compromiso más amplio. En este punto es necesario recordar que destinar el 0,7 del producto interior bruto a la ayuda para el desarrollo es un compromiso adoptado en el marco de la 34 asamblea de las Naciones Unidas (1980) y que este porcentaje tiene como objetivo posibilitar el cumplimiento del articulo 22 de la declaración de los derechos humanos. En este se precisa que “toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. Es decir, mantener la ayuda en el 0,7% en los países más desarrollados es el mínimo estimado necesario para que los países menos desarrollados puedan garantizar el resto de derechos enumerados en la declaración.

La ayuda al desarrollo Española nunca llegó a cumplir con los compromisos internacionales y tocó techo en apenas el 0,46% del PIB en 2008. El gobierno socialista se comprometió en llegar al 0,7% antes de 2012, pero a partir de 2008 el porcentaje se ha ido reduciendo. Nunca hemos sido especialmente generosos, más bien al contrario, nunca hemos estado a la altura de lo que se esperaba de nosotros.

Lo más pernicioso de todo es que para justificar el recorte se pase de puntillas sobre las implicaciones de no haber llegado nunca al 0,7% y del hecho de que el recorte supone una bofetada al compromiso de España con la realización efectiva de la declaración de los derechos humanos. La inclusión del compromiso en alcanzar el 0,7 en la agenda política en los 90 y en la primera década del siglo 21 implicaba, más allá del acto puntual de dar tal o cual montante, la responsabilización de España a nivel internacional. Al fin y al cabo España no deja de ser la 12ª economía del mundo y eso implica unas responsabilidades internacionales que no se pueden obviar, incluso en tiempos de crisis.

Más allá de los porcentajes lo que más choca es que se racanee con cantidades que vienen a ser, teniendo en cuenta su significación ética y de compromiso internacional, el chocolate del loro. A modo de ejemplo, la Generalitat de Cataluña, que en 2011 ha efectuado un recorte de 30 millones de euros (55%) sobre los fondos destinados a AOD, dejará de ingresar por la supresión del impuesto de sucesiones alrededor de 200 millones de euros.

El uso de argumentos económicos (y su aceptación por parte de buena parte de la ciudadanía) para recortar los porcentajes de ayuda no deja de tener consecuencias en otros ámbitos del imaginario colectivo. No olvidemos que  la cooperación internacional y el derecho a la seguridad social  de todo ser humano se encuentran definidos en el mismo articulo de la carta universal de los derechos humanos. Si se pueden dejar de honorar los compromisos adquiridos en relación a la primera argumentando que hay otras prioridades, ¿no serán igualmente válidos argumentos análogos para dejar de financiar la segunda? Queda por preguntarse que prioridades tan importantes son esas que pasan por delante de la cobertura de los derechos básicos de la gente y de la responsabilidad de España como país. ¿No tendrán algo que ver con salvar a entidades bancarias y asegurarse de que quienes originaron la crisis no paguen por ella?