#Projectes.
Hace ya algunos meses tuve la oportunidad de colaborar con Acción Contra el Hambre en el dispositivo de lucha contra el Ebola. ¿Qué hacía un antropólogo como yo en una crisis como esa?. Esa pregunta surgió una y otra vez de manera reiterada ante cafés y barras de bar de media docena de ciudades. Si bien al principio yo mismo confieso que no acababa de tener muy clara la respuesta, he aquí que ésta me acaba de llegar sintetizada en forma de pequeña publicación recién salida del horno, montada conjuntamente con una compañera de infortunios.
Para los más despistados, baste recordar que en diciembre de 2013 un caso de Ebola apareció en la pequeña ciudad de Meliandou, en la República de Guinea. A partir de ese momento, el brote se extendió rápidamente a tres países – Liberia, Sierra Leona y Guinea – tomando la forma de epidemia de proporciones desconocidas hasta la fecha. En junio 2015 ya se contabilizaban 30.000 personas afectadas con más de 11.000 muertes registradas, de las cuales 2.429 en Guinea.
A finales de 2014, cuando los primeros síntomas del alcance real de la epidemia empezaban a ser evidentes, el equipo de Acción Contra el Hambre (ACF) identificó que dos elementos dificultaban y en algunos casos hasta impedían el despliegue de los equipos en terreno y el llevar a cabo acciones de movilización comunitaria para la prevención y la lucha contra la enfermedad. Por un lado las comunidades afectadas eran enormemente reticentes a implementar las normas de higiene y de control preconizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para luchar contra la epidemia. Estas reticencias se traducían en algunos casos en ignorar conscientemente precauciones básicas (como por ejemplo evitar el contacto físico con enfermos y fallecidos) y en otros en actitudes hostiles e incluso violentas hacia los equipos de la OMS, del estado o del conglomerado de ONG y agencias internacionales movilizadas. Por otro lado la falta de criterios adecuados para identificar a las comunidades e individuos más expuestos a la enfermedad ocasionaba que los esfuerzos de sensibilización y movilización comunitaria se diluyeran entre centenares de miles de afectados potenciales.
El equipo de ACH decidió entonces desarrollar una metodología que permitiera por un lado identificar a los individuos más expuestos a la enfermedad con el fin de trabajar con ellos y con sus comunidades en acciones de movilización comunitaria para la prevención y la lucha contra el Ebola y por el otro disminuir en lo posible el impacto de las reticencias en el resultado de esas acciones de movilización. Esta guía recoge los aspectos fundamentales de esa metodología así como algunos apuntes sobre el origen del fenómeno de las reticencias y sobre los principales patrones de transmisión de la enfermedad. Un estudio más completo sobre estos dos últimos temas fue realizado durante el trabajo de campo y esperamos que pronto pueda aparecer también publicado.